CORRER DA MÁS VALOR A MIS DÍAS

Ahora que llevo tiempo sin salir a correr me ha dado tiempo para pensar en aquellos días que lo hacía. Por gusto, por compromiso, por mí, por el objetivo o por la rutina.

Correr por rutina. Sin pensar en el bien o el mal que me hacía. Sin capacidad de decisión sobre mi hábito que casi mecánico, invitaba a ponerme las zapatillas como siempre a más o menos la misma hora. Simplemente, me cambiaba y zapatilla en ristre salía de casa a correr.

Muchos días era el acto, templado y tranquilo, el que me empujaba como metido en un bucle, en una nube, a que pasaran los minutos, los kilómetros, los pensamientos. Buscando en solitario que la soledad se alargara y que nadie la interrumpiera por la necesidad de colocar las ideas en sus huecos y las personas en sus sitios. Por la imperiosa necesidad de escaparme no sé de dónde ni de quién. Pero escaparme. Por la obligatoriedad de desconectar, tocar el pause del mundo, de la vida y grabar de nuevo, a fuego, aquellos principios que estaban llegando a su final.

Otras, salía a correr buscando compañía. Esa que siempre me saca una sonrisa y hace que entre cada curva de mis labios y mi sonido a carcajadas, pasen sin darme cuenta los momentos. Momentos increíbles que dan forma y sentido a mis zancadas. Que recuerdan, en presente, la importancia del compartir, del sentir, del apoyar, del conectar. Con gente, con la felicidad, conmigo mismo.

TOMBADO

Correr por gusto. Por propio placer y gula. Esa que no se sacia al sumar kilómetros. Esa gula como capital del pecado que los hambrientos corredores como yo, no quieren empachar. Ni quiero eliminar.

Correr por gusto y por engordar. Engordar mi autoestima, mis endorfinas y mi ego. No de egoísta sino de juego. Mi juego preferido, el que me hace sentir niño, hacer el trasto y reír, hartarme de reír. Me llena de energía y me la vacía. Correr me permite comerme ese premio de después o pasar tiempo en familia, esa que me empuja en el momento justo, cuando faltan fuerzas como si de un columpio se tratase; correr me permite jugar con el barro en el parque, pisar los charcos y llegar a casa con las zapatillas hechas trizas.

Correr por compromiso. No con nadie sino conmigo. Ese compromiso que me lleva a ser fiel y amarme, en lo bueno y en lo malo; A quererme y respetarme, en la tristeza y en la agonía; A cuidarme y protegerme, en la salud y en la enfermedad. Todos los días de mi vida.

Correr por el objetivo de correr. De no estar en casa en el sofá. De sentir el frío o el calor en mi piel. Porque me pique el ojo con el sudor, porque me salga esa señal bicolor en mi cuerpo que casualmente coincide con los límites de las camisetas o por llevar más capas que una cebolla que poco a poco voy quitándome para anudármelas en la cintura. Por ese guante con el agujero en el dedo o por esa zapatilla desgastada que se usa los días de lluvia que son precisamente cuando más agarre necesito. Por ese objetivo marcado en el calendario que me hace especial ilusión y que da rumbo a toda mi navegación a bordo de un gps.

GANANDO

Correr por mí. Porque sin dudarlo puedo decir que correr da más valor a mis días. Porque me he dado cuenta que soy un huérfano sin caminos, sin vueltas al parque, sin repeticiones en la pista. Soy huérfano sin zancadas, sin laps en cada vuelta, sin el pulso a más de 180. Soy huérfano sin las mallas, sin ponerme bien la lengüeta o sin sacarme la camiseta del pantalón. Soy huérfano sin el entreno, sin el ritmo y sin el dorsal. Soy huérfano de mí sin mi otra parte, correr. Correr da más valor a mis días.

entrenadoratletismo
Juan Pablo Gómez Martín
@juanpacoach
http://www.entrenadoratletismo.com
Entrenador Nacional Atletismo
Alto Rendimiento Deportivo

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s